El patito feo no tiene quien le entienda

Cuenta el cuento que un huevo de cisne fue a parar al territorio de los patos, donde fue incubado, naciendo el pequeño cisne entre todos ellos. Según fue creciendo sentía la necesidad de encajar entre todos pero no lo conseguía. Al parecer, a su alrededor estaban perfectamente adaptados a su vida de patos, pero él era rechazado constantemente, a pesar de que buscaba su aprobación. Era ridiculizado por su extraño graznido y por su aspecto algo diferente. A pesar de todos sus esfuerzos no conseguía sentirse parte de aquel entorno. Un día fue a llorar su tristeza a la orilla de un lago, donde una cisne paseaba con sus pequeños. Ella le reconoció como parte de su familia y entonces él comprendió por qué no conseguía adaptarse a aquel mundo donde, a pesar de tener un aspecto similar a ellos, no era igual.
 
Este cuento describe la situación que algunos viven en este mundo. A pesar de estar vestidos con cuerpos humanos, este no es su entorno. Algunos de ellos se dan cuenta muy pronto, casi desde que tienen conciencia de estar aquí, de que hay algo extraño en este mundo que no encaja. Aún así, como el cisne del cuento, intentan adaptarse a él, pero sin lograrlo. Según sus características mentales desarrollarán diferentes comportamientos.

Unos se meterán en sí mismos para aislarse de lo que sienten como un entorno hostil. Muchas veces utilizarán las drogas como una forma de anestesiarse de sus propias emociones que no encuentran una contraparte aquí. Otros vivirán experiencias emocionales extremas para encontrar algún tipo de estímulo en este mundo. Y algunos se rebelarán, y con su rebelión a la forma de funcionamiento del mundo producirán un movimiento a su alrededor que unos admirarán y otros criticarán. En cualquier caso, ellos no están aquí para satisfacer al mundo ni para someterse a él. Con su sola presencia ya nada es igual. Tienen una fuerte referencia interna que prevalece sobre el entorno familiar disfuncional, la cultura del lugar o cualquier otro tipo de influencia política o religiosa. Esa referencia está bien anclada en sus mentes y no hay nada que pueda modificarla en absoluto, a pesar de los muchos intentos que en el mundo se hacen para someter a estas mentes a sus condiciones.

El problema para estos cisnes humanos se produce, como ocurre en el cuento, antes de que tomen conciencia de quiénes son, porque en su intento por adaptarse a este mundo cometen muchos errores. Algunos traen consigo una inocencia que no contempla la mentira ni el engaño, ya que ellos mismos no serían capaces de actuar así, y por esa razón la mayoría necesita vivir algunas experiencias de desengaño para comprender la diferencia entre lo que ellos ven y lo que el mundo de los patos refleja.

Su manera de ver las cosas es épica y utópica, porque eso es lo natural para ellos, y buscan a otros similares a ellos con quienes puedan compartir sus puntos de vista excepcionales. Esa búsqueda suele ser decepcionante por algún tiempo, ya que en realidad son muy pocos. A medida que el humano-cisne avanza en su camino, comienza a integrar esa conciencia y a comprender que es diferente. En cierto punto de esta comprensión es muy probable que haga un reseteo de su vida y sus relaciones personales, en el cual la mayoría de sus relaciones queden excluidas al no contener los estándares de calidad mínima que para ellos es aceptable. Hacen esto después de haberse debatido en diálogos internos sobre lo que es correcto y lo que no lo es con respecto a la pertenencia al mundo y sus frívolas interacciones personales. En ese incipiente despertar abren los ojos suficientemente como para darse cuenta de que han vivido toda su vida en una prisión mental de creencias falsas y relaciones profundamente insatisfactorias, pero hasta entonces no alcanzaban a comprender el alcance de esa prisión, que incluía a su propia familia y a los seres más cercanos, ni el por qué de esos conflictos personales, atribuyéndose a sí mismos la culpa por no haber sabido hacer mejor las cosas, pero sin darse cuenta de que los vínculos pato-cisne sólo son constructivos si los patos no se esfuerzan por ser cisnes y los cisnes no se presionan a formar parte del mundo de los patos.

Este tipo de situaciones son especialmente dolorosas cuando se trata de relaciones de pareja, donde los patos suelen apoyarse en los cisnes hasta que éstos se cansan de que la relación dependa de ellos. Sin embargo, en la diferencia también hay siempre oportunidad. La oportunidad de comprender cuál es la verdadera naturaleza de cada uno, y seguir únicamente la guía interna más allá de los reclamos y exigencias que desde afuera puedan ocurrir. Un cisne no debería pedirle a un pato que sea lo que no es para satisfacer sus profundas necesidades de comunicación, y un pato no debería pedirle a un cisne que se conforme con los hábitos y costumbres de los patos, ya que nunca podrán satisfacerle por completo.

Un humano-cisne suele tomar conciencia de su naturaleza muy pronto, aunque otros lo hacen cuando conocen a otros semejantes a ellos, y entonces ven reflejadas en ellos sus propias cualidades no desarrolladas todavía. Ser un cisne no es un mérito, no se logra con el tiempo y tampoco es el resultado de un "trabajo interior". Es tan sólo una de las muchas manifestaciones naturales que adopta la mente en este mundo. La arrogancia hace que los patos quieran ser cisnes, y la soledad de los cisnes hace que éstos quieran ser patos. Lo que el aprendizaje puede lograr es que cada uno esté en paz con el rol que ha de llevar a cabo en este mundo, pero no podrán cambiar su naturaleza por mucho que lo intenten. Tan sólo obtendrán una gran frustración, ya que ambos se habrán identificado con su propia apariencia mundana, y olvidarán que tanto unos como otros son excelentes compañeros de los que aprender en base a sus contrastes y diferencias; los cisnes siendo cisnes y los patos siendo patos ¿o alguien considera que la naturaleza se ha equivocado en sus diferentes expresiones y que no son completas en sí mismas? Es entonces esa creencia la que debe ser erradicada, y no las naturales diferencias que se expresan en su amplia diversidad en este mundo. Eso no significa que no sea importante ser consciente de que esas diferencias existen. "Igualdad no significa igualdad ahora", enseña Un Curso de Milagros. Si esta afirmación es tomada por el ego, puede interpretarse como especialismo. Si es interpretada correctamente, puede verse como una oportunidad de aprendizaje a través de los contrastes, ya que, como también enseña el Curso, "[el Espíritu Santo] tiene que llevar a cabo Su labor mediante el uso de opuestos porque tiene que operar para una mente y con una mente que está en oposición".

La perfecta igualdad no se puede manifestar en este nivel, ya que este nivel es precisamente el rechazo de la igualdad. Este es el plano de la diversidad, de las diferencias y de los contrastes. Para que un problema sea resuelto, es necesario primero que sea reconocido. Negar que los diferentes niveles de percepción han producido diferentes formas y manifestaciones es simplemente absurdo. Es ridículo proyectar un haz de luz a través de lentes de diferentes opacidades y colores y empeñarse en que son iguales en una pantalla. Las diferencias son evidentes, porque la igualdad no se refiere al mundo de la manifestación, sino al de su causa, y negar esas diferencias significa que no se ha comprendido por lo tanto su causa.

El problema con el que se encuentra la mayoría de las mentes aquí con respecto a las diferencias no es otro que la identificación. ¿Qué problema habría en aceptar que no se es demasiado inteligente, demasiado brillante, demasiado ingenioso, demasiado "espiritual" o demasiado cualquier otra cosa que el ego utilice como complemento de su profunda sensación de carencia, si se ha comprendido que no hay nada aquí que pueda representar tu verdadera naturaleza divina, que es la causa de patos y cisnes por igual? Una vez que esa desidentificación ha tenido lugar, la mente se encuentra en paz siendo lo que la inteligencia divina haya determinado para ella con respecto a su manifestación. Mientras ese feliz reconocimiento no llega, las mentes se seguirán identificando con sus características estrictamente temporales y limitadas, sean estas las que sean, y el mundo del "desarrollo personal" se seguirá abasteciendo de personas que no están en paz con el concepto que tienen de sí mismas. El negocio de los "perfeccionadores de identidad": "¿Se siente usted un pato? ¿Le gustaría tener un largo y esbelto cuello de cisne como su vecino? Por un módico precio podremos hacerle sentir el cisne más atractivo de la charca si realiza este novedoso curso".

La sensación de insuficiencia del ego fue la precursora del mundo de la publicidad, donde hay una respuesta para cada demanda, pero nunca enseña a cuestionar en qué consiste esa necesidad de cambiar algo para que todo siga igual. Esa extraña enfermedad llamada "concepto de uno mismo", que comienza a desarrollarse en la infancia y que nunca deja satisfecho, es la raíz de los movimientos que ocurren en este mundo. La mayoría de las cosas que se hacen ocurren como una forma de dar satisfacción a esa sensación de no ser suficiente, y la sexualidad, tal como se concibe normalmente, es simplemente la manera de garantizar que el carrusel de insatisfacción interior no deje de girar nunca.

Las personas quieren hacerlo todo, cueste lo que cueste, para liberarse de esa sensación desagradable que tienen por no sentirse a gusto siendo "quienes son", pero nunca se plantean que se trata tan sólo de una mentira que únicamente debe dejarse de lado. Pero si dejan esa mentira de lado, sienten que el vacío es aún peor, y no dan una oportunidad a que, como dice el Curso, Lo Que Son les hable de Sí Mismos.

Cuando se toma conciencia de que el concepto del yo no es más que una gran mentira que se ha creído durante mucho tiempo, llega la paz. Eso era lo único que se interponía entre este mundo y la paz. Pero la mente, tratando de mantener su desequilibrada situación, te pide que hagas lo que nunca podrás hacer, y que resuelvas el problema por ti mismo. Pero el "sí mismo" es el problema.

Los patos y cisnes del mundo alcanzarán la paz cuando dejen de esforzarse en querer ser otra cosa. Esa es una enfermedad mental que sólo ha afectado a los humanos, ya que nunca se ha visto a un lobo queriendo ser un águila o a un tiburón queriendo ser una mariposa. El desarrollo del intelecto produjo ese extraño desequilibrio mental que hizo que los humanos quisieran ser algo más que humanos, como si eso fuera posible. Entonces comenzaron a separarse de su conocimiento profundo de que eran uno con el resto de las especies y uno con todo, y empezaron a querer ser cualquier otra cosa, algo así como "divinos", sin darse cuenta de que querer ser divinos significaba apartarse de su divinidad, que no quiere nada ni necesita ser ninguna otra cosa.

 

Andrés Rodríguez





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