Entrevista con William N. Thetford, Ph D
Revista “Nuevas Realidades” - Septiembre / Octubre 1984
Una franca conversación exclusivamente para nosotros con una de las dos “personalidades ocultas” detrás de la manifestación de uno de los sistemas de pensamiento más enigmáticos y profundos del siglo – Un Curso de Milagros. Quien fue una vez un agnóstico confeso, ahora el Dr, Thetford habla abiertamente de su papel secreto como redactor del Curso, y de la manera en que esto le afectó en su persona y en su trabajo en psicología, así como en las posiciones de prestigio que ocupó como profesor de Psicología Médica en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, y como Director del Departamento de Psicología del Hospital Presbiteriano de la ciudad de Nueva York.
NR: Como una de las dos personas responsables de la redacción de “Un Curso de Milagros”, ¿qué impacto tuvo éste en su vida?
WT: La ha cambiado totalmente. Recuerdo haber escrito a máquina los primeros cincuenta principios sobre milagros que nos llegaron a través de Helen Schucman en el otoño de 1965, y darme cuenta de que si este material era verdadero entonces absolutamente todo aquello en lo que creía debería ser cuestionado, y que debería reconstruir totalmente mi sistema de creencias. En ese entonces, sin embargo, pensé que eso sería imposible. No sabía cómo poder hacerlo. No obstante sentía que sería un requisito que tendría que cumplir, ya que el material que llegaba a través de Helen en la fase inicial parecía demasiado auténtico y genuino. Por algún tiempo me sentí conmocionado; me preguntaba cómo sería posible llevar a cabo un cambio tan abrupto en mi percepción de la vida y del mundo. Más tarde me dí cuenta de que Dios es misericordioso y no nos pide que hagamos cambios tan abruptamente, que habría tiempo suficiente para empezar gradualmente a cambiar mi percepción.
Creo que lo que fue importante fue mi disposición a cambiar, y no el dominio del material. Y, por supuesto, me mudé del medio de Manhattan, en donde había vivido durante veintitrés años, a Tiburón, California, algo que nunca pensé que podría suceder. Me había acostumbrado a mi rutina de neoyorkino y sentía que la Gran Manzana era el centro del Universo, y el lugar al que pertenecía. Esa mudanza fue probablemente el shock cultural más grande que haya experimentado: hacer una transición abrupta de la confusión de una vida agitada en la ciudad de Nueva York a la tranquilidad de Tiburón, California. Eventualmente dejé también la vida académica. Primero retirándome de mi puesto como Director del departamento de Psicología del Centro Médico Presbiteriano de Columbia, y varios años más tarde retirándome de mi puesto como Profesor de Psicología Médica del Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia.
NR: ¿Eso fue para dedicarse por completo al Curso o para dedicarse a otras cosas?
WT: Una combinación de ambas, creo. Después de veinte años en Columbia sentía que era tiempo de dejar la vida académica. Parecía natural irse cuando el Curso se publicara.
NR. ¿Cuál fue exactamente su rol en la redacción del Curso? ¿También usted escuchaba una voz?
WT. Tanto Helen como yo supimos desde un principio que esta era una misión en conjunto, aunque yo no escuchara la voz. Aunque Helen escuchaba el dictado interior, ella misma era incapaz de transcribir el material directamente, dado que el contenido del Curso le parecía demasiado amenazante. Mi papel era darle a Helen el considerable apoyo y tranquilidad que necesitaba cada día para continuar con la anotación taquigráfica en su cuaderno. Después me leía el material, y yo lo escribía directamente de su dictado.
NR. Dado que el Curso cuestionaba sus propias creencias y sistema de pensamiento ¿por qué simplemente no lo rechazó, no lo descartó?
WT. Bueno, de hecho a veces mi intelecto se rebelaba. Pero yo era el que había pedido que hubiera “otra manera”, una mejor manera de relacionarnos con respecto al contexto profesional extremadamente estresante en el que tratábamos de funcionar Helen y yo. Cuando empezó a llegar el material de Un Curso de Milagros fue obvio para mí que esta era la respuesta a mi pedido, muy claramente la respuesta. Así que rechazarlo o aún ignorarlo nunca fue algo que ni siquiera considerara hacer.
NR: Específicamente ¿qué acerca del Curso hizo que fuera obvio para usted que ésta era sin dudas su respuesta?
WT: Quizá el hecho de que era tan completamente diferente de la forma en la que había estado actuando durante toda mi vida. Pero más que nada fue la autenticidad del material la que me impresionó. Sabía que Helen no lo había inventado, aún con su fértil imaginación.
NR: ¿La autenticidad?
WT: Bueno, el material era tal que trascendía cualquier cosa que tanto Helen como yo pudiéramos concebir. Y dado que el contenido era totalmente ajeno a nuestra experiencia, intereses y formación, era obvio que provenía de una fuente inspirada. La calidad del material era muy convincente, y su belleza poética contribuía a su impacto.
NR: Parece muy inusual que usted, un reconocido psicólogo que ocupa dos puestos prestigiosos, siquiera considerara apoyar este tipo de material, si tenemos en cuenta su formación y los estrictos principios que rigen la vida académica, a los que sin duda usted se adhería.
WT: Creo que si no hubiera sido por muchas de las extraordinarias experiencias que ocurrieron durante el verano de 1965, ni Helen ni yo habríamos estado dispuestos a aceptar el material que ella escribía. Ustedes han relatado muchas de esas experiencias en estas páginas en la nota sobre el nuevo libro de Robert Skutch Journey without Distance, The Story behind A Course of Miracles. (“Viaje sin distancia. La historia detrás de Un Curso de Milagros”). Sin embargo, no informaron de nuestra experiencia asociada a la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota en su revista “New Realities”. Quizá más que ninguna otra, fue esta serie de eventos la que consolidó la dirección completamente nueva que seguiríamos.
NR: El evento de la Clínica Mayo ocurrió en Septiembre y ¿no es que el Curso no empezó hasta el próximo mes de Octubre?
WT: Sí. Se me había pedido que fuera a la Clínica Mayo y averiguara por qué ganaban dinero con el funcionamiento de su servicio psicológico, mientras que parecía que en el Presbiteriano de Columbia siempre perdíamos dinero. Pensaba que conocía la respuesta a esa pregunta porque nosotros veíamos en su mayoría a pacientes clínicos que no podían pagar los honorarios, y los pacientes de la Clínica Mayo pertenecían a la clase media o media alta y podían pagar. No obstante, parecía importante hacer este viaje y le pedí a Helen que me acompañara. Justo antes de salir – creo que fue la noche antes – Helen vió una imagen vívida de una iglesia, que me describió con gran detalle. Hasta me hizo un bosquejo de ella. Era una antigua iglesia con varias torretas y torres. Ella pensaba que probablemente era una iglesia luterana. Estaba convencida de que, de alguna manera veríamos la iglesia desde la ventanilla cuando fueramos a aterrizar en Rochester. Eso, por supuesto, parecía bastante improbable, dado que los aeropuertos que conozco no están situados cerca de las iglesias. De todos modos nos mantuvimos muy atentos a lo que veíamos por las ventanas durante el aterrizaje, y para gran decepción y angustia de Helen no hubo tal iglesia a la vista.
De hecho, Helen estaba tan molesta de no encontrar su iglesia que yo no tenía muchas esperanzas de que pudiéramos llevar a cabo nuestro trabajo a menos que de alguna manera se tranquilizara. Urgido por las circunstancias le sugerí que alquiláramos un taxi para ver si podíamos encontrar su iglesia en alguna parte del área metropolitana de Rochester. Así que Helen y yo salimos en busca de iglesias. Al principio pensamos que nos limitaríamos a las iglesias luteranas. Creo que había dos, y ninguna se parecía ni remotamente a la imagen de Helen. Después decidimos que ya que estábamos podíamos muy bien ver todas las otras iglesias. Creo que había veintisiete en total en los alrededores de Rochester. Y ni una se parecía para nada a la imagen de Helen. Obviamente, Helen estaba desolada, pero tratamos de calmarnos dado que teníamos que trabajar al día siguiente.
El día después de que habíamos completado con éxito el trabajo encomendado, Helen y yo estábamos por irnos del hotel. Bajé al lobby para esperarla con el equipaje, y al ver un kiosco de periódicos pensé en comprar uno. En cambio, vi un folleto llamado “Historia de la Clínica Mayo”. Como pensé que sería agradable tener un recuerdo de nuestra visita lo compré por un dólar.
Mientras lo hojeaba rápidamente vi una ilustración de la antigua iglesia de Helen, tal como ella me la había descrito con todas sus torretas y torres. Hasta era una iglesia luterana. El único problema era que había sido demolida, y de hecho la actual Clínica Mayo había sido construida en el predio que había ocupado la iglesia. Fue muy impresionante y estaba ansioso por compartirlo con Helen. Cuando bajó le dije apresuradamente: “Helen, después de todo no estabas loca en absoluto. Tu iglesia estuvo aquí pero ya no lo está. Cuando pensabas que estabas mirando hacia abajo como desde un avión en realidad estabas mirando hacia atrás en el tiempo”
Helen manifestó una rara mezcla de emociones. Por un lado, alivio de que no estaba totalmente loca; por otro, era evidente que ella estaba haciendo algo que consideraba paranormal, y este era un tipo de situación que la hacía sentir muy incómoda.
En nuestro viaje de vuelta a Nueva York tuvimos que cambiar de avión en Chicago. Mientras estábamos en la sala de espera Helen observó, sin que ella lo notara, a una jóven que leía una revista sentada en un rincón. Se la veía ligeramente inquieta, como muchas veces pasa con la gente que tiene que esperar conexiones en los aeropuertos. Me sorprendí cuando Helen me dijo. “¿Ves esa joven que esta allí? Está en apuros, tiene muchos problemas.” Helen insistió en que debía acercarse y hablarle. Resultó que la jóven, cuyo nombre era Charlotte, nunca antes había viajado en avión. Había volado por Aerolíneas Ozark a Chicago camino a Nueva York y estaba en estado de pánico. No sabía nada de Nueva York. Después nos enteramos que estaba abandonando a su marido y a dos hijos pequeños, y que se sentía muy angustiada.
Charlotte tenía que viajar en el mismo avión que nosotros. Durante el vuelo nos sentamos a ambos lados de ella sosteniéndole la mano y tratando de calmarla. Le preguntamos dónde se quedaría en Nueva York ya que no conocía a nadie. Dijo que, como era luterana, había pensado que podía ponerse en contacto con una iglesia luterana y que de alguna manera ellos le encontrarían un lugar en la ciudad. Fue en ese momento que nos miramos con Helen. El mensaje estaba claro para ambos. Helen oyó decir a su voz interior: “Y esta es mi verdadera iglesia, ayudar a tu hermano necesitado, y no el edificio que viste antes” La autoridad de esta voz interior se hizo cada vez más familiar a ambos cuando el Curso comenzó una semanas más tarde en octubre.
NR: Debe haber sido difícil en cierta forma durante ese período, vivir una doble vida recibiendo y ocupándose del material de milagros que les llegaba y continuando con su vida académica normal.
WT: Sí, podría decirse que era como vivir en dos mundos diferentes. Mis sentimientos eran tan complejos que es difícil expresarlos de forma simple. Obviamente Helen no había perdido la razón, pero había una sensación de haberse lanzado a algo que nos superaba y para lo que no estábamos preparados.
Naturalmente no discutíamos esto con nuestros colegas, y ninguna de las personas con las que nos relacionábamos profesionalmente estaba al tanto de que esto estaba sucediendo como una dimensión adicional en la vida de Helen y en la mía. A la vez, no podíamos separar completamente el Curso de nuestras responsabilidades académicas, y gran parte de la transcripción tenía lugar en el Centro Médico. Helen me dictaba sus apuntes durante la hora del almuerzo o en cualquier momento que podíamos, pero esto no interrumpía el flujo de nuestros compromisos profesionales que incluían dar charlas, redactar subvenciones para investigación y artículos para publicación, así como una enorme cantidad de tareas administrativas – todas las cosas que forman parte de una intensa vida profesional. Así que lo que experimentamos durante ese período fue en verdad extremadamente inusual.
NR: ¿No hubo momentos en los que Helen consideró seriamente la posibilidad de ver a un psiquiatra o psicólogo por este tema? ¿O quizá pensó en buscar algún tipo de medicación que pudiera librarla de la voz que le dictaba?
WT: No era en absoluto una voz en ese sentido. Helen no era perseguida por voces; era un tipo muy específico de comunicación canalizada que le venía de tanto en tanto; ella se daba cuenta de que había material para transcribir, y podía hacerlo cuando lo creíamos conveniente. No había ninguna presión para dejar de hacer lo que estaba haciendo de inmediato y tomar apuntes. Por el contrario, el material estaba allí casi como si hubiera sido grabado con anterioridad y estuviera esperando que le prestara atención. Se le presentaba en un lugar separado y nítido de su mente. No lo experimentaba para nada como una voz externa.
NR: Sin embargo, dado el carácter de alguien que oye una voz – en el sentido psicoterapéutico tradicional – ¿cuál cree usted que hubiera sido el diagnóstico o pronóstico de Helen sin comprender la dinámica que estaba implícita?
WT: Creo que a las personas que hacen cosas inusuales de ese tipo probablemente se las considera algo disociadas o posiblemente esquizofrénicas. Sin embargo, el hecho de que la habilidad de Helen para desempeñarse como psicóloga no se viera afectada en absoluto durante este período era una muestra clara de que no era víctima de episodios delirantes. Si acaso, diría que su habilidad para funcionar profesionalmente mejoró a medida que continuamos en este trabajo. Durante la época en la que trabajamos en el Curso pareció aumentar nuestra productividad profesional y la calidad de nuestro trabajo. Confirma mis palabras el hecho de que cuando completamos el manuscrito ambos obtuvimos nuestras titularidades como profesores.
NR: Helen parece haber tenido mucho más dificultad en adoptar el material del Curso que usted. ¿Hubo algún tipo de formación espiritual o religiosa en su vida o alguna otra cosa que hizo que así fuera?
WT: Bueno, ciertamente no se debió a ningún tipo de formación religiosa en mi caso. Había asistido a la Escuela Dominical de una congregación de Ciencia Cristiana hasta los siete años, cuando de pronto murió mi hermana y mis padres perdieron interés en la religión. Luego, en mi juventud asistí a numerosas iglesias protestantes pero ciertamente para la época en la que había comenzado a trabajar con graduados en la Universidad de Chicago ya había dejado de tener interés en la religión. ¡Por otra parte recuerdo que a menudo se describía a la Universidad de Chicago como una universidad bautista en la que profesores ateos enseñaban filosofía tomista a estudiantes judíos! Con ese tipo de formación, creo que está a la vista que cualquiera fueran las creencias religiosas que hubiera podido tener simplemente se hubieran vuelto aun más confusas.
NR: ¿Cuál diría que era su perspectiva filosófica o espiritual en esa época?
WT: Me describiría como un agnóstico. Realmente no me importaba si la realidad espiritual era un hecho o no. Freud consideraba que la religión era una ilusión, y creo que muchos de mis estudiantes graduados y los otros profesores con los que me vinculaba en ese tiempo veían la religión como algo que no merecía ningún respeto intelectual.
NR: Dado su enfoque agnóstico en ese tiempo, ¿había alguna otra cosa en la que estuviera involucrado que hubiera podido preparar el camino para que usted se convirtiera en el catalizador para Un Curso de Milagros?
WT: No como tal, aunque sí fui uno de los primeros estudiantes graduados de Carl Rogers cuando vino a la Universidad de Chicago en 1945. El enseñaba que el “afecto positivo incondicional” era un prerrequisito esencial para una terapia centrada en el cliente. Ahora me doy cuenta de que lo que Rogers enfatizaba era que la total aceptación en nuestras relaciones significaba expresar perfecto amor. Aunque reconocía cuán lejos estaba de poder aplicar esta idea a mi vida, comprendí con el tiempo su contribución a mi propio desarrollo espiritual.
En realidad, siempre pensé que una Autoridad Superior se había equivocado al elegirnos a Helen y a mí para esta misión. Cuando Helen le preguntó una vez a la voz por qué había sido elegida para este papel, la respuesta que recibió fue: “Obviamente eres la persona indicada porque lo estás haciendo”
NR: Lo que es tan extraño es que ustedes dos – Helen la atea y Bill el agnóstico – contemplaran la idea de hacer algo de este tipo. ¿Cómo conciliar estos dos aspectos? De seguro, algo debe haber provocado dentro suyo.
WT: Durante el verano de 1965 tuvimos muchas experiencias que amenazaron mi sistema de creencias y que me hicieron estar mucho más abierto a la posibilidad de una intervención divina. Para la época en que empezó el Curso, diría que realmente yo ya no era más un agnóstico.
Helen, sin embargo, tenía gran dificultad con el Curso debido a sus propias creencias personales. Continuó cuestionando lo que le sucedía durante el tiempo en el que transcribió el Curso, y no estoy seguro si alguna vez pudo reconciliar lo que hacía con quien ella sentía que era.
NR: Es interesante que usted emplee a menudo el término “misión” (N. del traductor: assignment, que puede también traducirse como función o tarea) con respecto a su participación y la de Helen en el Curso. ¿Por qué?
WT: Bueno, nos pareció que los sucesos que experimentamos y que llevaron al dictado del Curso nos prepararon para una misión que de algún modo, en algún lugar, habíamos aceptado llevar a cabo juntos. De cierto modo estábamos cumpliendo con nuestra función.
NR: Los sucesos que precedieron al dictado del Curso a los que se refiere involucraron varias experiencias psíquicas y místicas por parte de Helen. ¿Tuvo usted experiencias similares?
WT: Si, pero nunca parecían tan espectaculares como las de Helen. Sin embargo, una que me causó un profundo efecto ocurrió un domingo de Pascua en 1970. Había accedido a llevar a Jean, una mujer mayor, una artista, a cenar a Greenwich Village con otros amigos artistas. Era un día de lluvia, invernal, muy frío. Caía aguanieve y soplaba un fuerte viento, lo que era inusual para esa época del año. Como no tenía auto, me di cuenta de que me iba a resultar muy difícil encontrar un taxi, así que medité brevemente acerca de qué hacer. Recibí un claro mensaje de que debía ir a la esquina de la calle 78 y la Quinta Avenida, cerca de donde vivía, exactamente a las 3.15 y el problema se solucionaría. Sentí una enorme resistencia para hacerlo, pero me puse de todas maneras mi equipo de lluvia, caminé hasta la esquina indicada y traté de llamar un taxi. Dado que competía con todos los porteros de la Quinta Avenida parecía totalmente inútil.
Entonces cerré los ojos un momento y me despreocupé, a la vez que me decía: “Gracias, Padre, ya está hecho”. Y por un instante realmente lo creí. Cuando abrí mis ojos, una limusina con chofer había parado justo frente a mí en la esquina y el conductor bajó la ventanilla y me preguntó “¿Puedo ayudarle, señor?”. Esto, como sabe todo aquel que haya estado en Nueva York o vivido allí, es algo altamente improbable.
Estuve tentado de preguntarle por qué se había detenido frente a mí, y entonces me di cuenta de que sería una pregunta inapropiada. Simplemente debía aceptar este regalo. Me subí y fuimos a buscar a Jean a su casa. ¡Estaba totalmente encantada de que hubiera venido a buscarla en una limusina!
Lo interesante, también, es que no discutí el precio con el chofer. Simplemente me dejó subir sin hacer ninguna pregunta, y cuando llegamos a nuestro destino le pregunté cuánto le debía y dijo algo ridículo como cinco dólares. Creo que le di varias veces esa cantidad por la gratitud y el alivio que sentía.
NR: ¿Qué otras experiencias de ese tipo?
WT: Mientras estábamos en el proceso de transcribir el material del Curso, oré para que pudiéramos encontrar un maestro viviente – alguien que personificara estas enseñanzas en su propia vida. Por esta época un sacerdote amigo, el padre Michael, me contó acerca de la Madre Teresa de la India. Impresionado como corresponde, conseguí una copia de Something Beautiful for God (“Algo hermoso para Dios”), de Malcolm Muggeridge, el primer libro que describe el asombroso trabajo de sanación de la Madre Teresa para con los más pobres entre los pobres.
Poco tiempo después de leer el libro, el Padre Michael me informó que en esos días la Madre Teresa estaba en Nueva York. Recientemente había fundado un centro para su orden en la parte sur del Bronx – en ese tiempo la peor de todas las zonas de la ciudad, sumida en la pobreza y con alto índice de criminalidad, y se le había pedido que la ayudara con algunos preparativos. Nos invitó a Helen y a mi a unírsele cuando la visitara en el Bronx.
Al principio me asustaba que mis plegarias realmente fueran respondidas, ya que no estaba seguro de estar a la altura de conocer a una santa viviente. No obstante, cuando esta pequeña mujer nos recibió gentilmente con las palmas extendidas sentí una sensación de alivio casi instantánea. Parecía como si la hubiera conocido de toda la vida. Totalmente desinteresada y sin ninguna pretensión irradiaba la alegría que produce un compromiso espiritual total. Más tarde, se dirigió hacia mí y me dijo, “Doctor, no le gustaría venir a la India? Hay tanto que podría hacer para ayudar a los pobres!” Sentí un impulso casi irresistible de contestar “¡Si!”
Desde entonces me he encontrado con la Madre Teresa varias veces, incluyendo una visita que hizo junto con el Padre Michael a nuestras oficinas en el centro Médico el año anterior a que Helen se retirara. Para mí, su vida es una demostración de lo importante que es una completa dedicación y una total coherencia en el camino espiritual. Nuestras plegarias reciben respuesta, aunque frecuentemente sucede de la forma que menos esperamos.
NR: Ha habido alguna especulación sobre la posibilidad de que Helen y usted hayan editado el Curso. ¿Lo hicieron?
WT: No. Tenga en cuenta que al principio no sabíamos con exactitud qué estaba sucediendo. Así que hacíamos preguntas de naturaleza personal y anotábamos las respuestas que Helen recibía. Yo escribía las respuestas como parte de un proceso continuo, sin diferenciarlas del dictado interior que Helen anotaba en su cuaderno de taquigrafía. Más tarde, cuando nos dimos cuenta de que era obvio que este material no era parte del Curso, entonces sí lo suprimimos. Es verdad que ha habido un proceso de edición en lo referente a escribir con mayúsculas, puntuar, dividir en párrafos e introducir títulos en las diferentes secciones del Texto. Sin embargo, estos cambios fueron menores y el Libro de Ejercicios y el Manual para el Maestro también aparecen exactamente como los recibió Helen.
NR: ¿Podría darme un ejemplo del material de tipo personal que decidió suprimir?
WT: Oh, eran preguntas como “¿Hay algo que deberíamos estar haciendo que aumentaría nuestra habilidad para meditar mejor?”. Había también algunos comentarios al principio sobre teorías psicológicas que constituían digresiones de tipo intelectual, y que no tenían nada que ver con el Curso mismo.
NR: Brevemente, ¿cuál considera que es el propósito del Curso?
WT: Ayudarnos a cambiar de idea respecto de quiénes somos y quién es Dios, y ayudarnos, por medio del perdón, a dejar de aferrarnos a la creencia de que nuestra separación de Dios es real. Aprender a perdonarnos y a perdonar a los demás es realmente la enseñanza fundamental del Curso. El Curso enseña cómo conocernos y cómo desaprender todas aquellas cosas que nos impiden reconocer quiénes somos y siempre hemos sido.
NR: ¿Por qué piensa que se llamó “Un Curso de Milagros”? Por qué no “Un Curso de Amor, o de Perdón, o de Verdad”?
WT: Por una buena razón, como nos dimos cuenta después. Pero sí recuerdo, sin embargo, cuando Helen me llamó aquella noche memorable y me dijo que una voz interna le estaba dictando y que repetía todo el tiempo “este es un curso de milagros, por favor toma nota”. En ese momento, ciertamente, mi reacción al título no fue positiva. No obstante, cuando uno se adentra en el Curso y luego en la definición de lo que es un milagro entonces sí tiene sentido. De hecho, es el único nombre apropiado para el Curso.
NR: ¿Y un milagro es…?
WT: Creo que un milagro es el amor que sustenta el universo. Es un cambio de percepción que elimina las barreras u obstáculos que nos impiden ser concientes de la presencia del amor en nuestras vidas.
El Curso también nos dice que no hay un orden de dificultad en los milagros. Uno no es más difícil que otro, ya que la expresión del amor es siempre máxima.
NR: ¿Cuál fue su reacción como psicólogo cuando el Curso les planteó la idea de que hay solo dos emociones: el amor y el miedo?
WT: Recuerdo con mucha claridad haber mecanografiado esa sección que dice “Sólo puedes experimentar dos emociones. La una la inventaste tú y la otra se te dio”. Y recuerdo haber pensado que esa idea realmente abarca la totalidad del problema psicológico de los diferentes estados emocionales. Y es real, por ejemplo, que la ira es simplemente una expresión del miedo en acción. No puedo enfadarme a menos que antes me sienta amenazado de algún modo, lo que quiere decir que tengo miedo. El amor es en realidad la única otra emoción que existe, y reconocerlo como un hecho simplificó mucho las cosas.
NR: ¿Y que es el amor según su definición?
WT: Es muy simple: el amor es la ausencia de miedo. También podría decirse que el miedo es la ausencia de amor. El amor y el miedo no pueden coexistir al mismo tiempo, aunque muchos de nosotros tratamos de vivir como si ello fuera posible. Tratamos de equilibrar un poco de miedo con un poco de amor, y esperamos poder diferenciarlos. Sin embargo, cuando soltamos el miedo por un instante, automáticamente el amor está ahí. No es algo que debamos entender o buscar; el amor simplemente es.
Es muy parecido al sol que está oculto en un día de niebla. Aunque no podemos verlo sabemos que está allí. Cuando se levanta la niebla podemos verlo. Tal es el caso también para nosotros. Cuando podemos detener los pensamientos que nos infunden miedo podemos aceptar el amor y la luz que están siempre allí.
NR: En cierta forma eso presupone confiar en que está siempre allí, pero parece que a menudo somos llevados a un lugar, casi un precipicio, y se nos pide que demos un paso adelante, confiando en que todavía esté allí. Es realmente difícil adquirir la confianza suficiente para hacerlo.
WT: Con frecuencia, en mi propia vida llamo a eso “la práctica celestial de correr riesgos”: estamos allí afuera caminando por la planchada y sin saber qué va a suceder después. Pero ¿de qué otra forma podemos aumentar nuestra conciencia del potencial dado por Dios si no nos lanzamos a lo desconocido?
Creo que todos tenemos que estar por lo menos parcialmente dispuestos a averiguar si hay una forma diferente y mejor de vivir. De otra manera simplemente seguiremos repitiendo en nuestras vidas los mismos modelos de pensamiento.
NR: El Curso también diferencia el ego del Ser en términos distintos de los convencionales. ¿Cuál fue su reacción como psicólogo?
WT: el término “ego” como se usa en el Curso se refiere a nuestra ser superficial o falso que se identifica con el cuerpo como forma de expresión externa. Esta identificación ego-cuerpo es el ser que hemos hecho y que contrasta con el Ser espiritual que Dios comparte con nosotros. El ego no es otra cosa que nuestra creencia en un ser separado de Dios. La proyección de este pensamiento de separación da lugar al mundo de la forma. El ego cree que este mundo fenoménico existe independientemente aunque no tiene ninguna existencia fuera de la mente dividida que lo proyectó.
NR: Uno de los conceptos más controvertidos que presenta el Curso es que este mundo es ilusorio, no real, y que Dios en realidad no está involucrado en él; que Dios sólo se involucra y se interesa por nosotros, no por nuestras cosas, y que somos nosotros quienes les damos valor, no Dios. Este es un concepto muy difícil de comprender y de aceptar ¿no es así?
WT: Sin duda. Es un desafío y un problema para todos nosotros. Pero como sabe, muchos físicos del siglo XX se han referido en forma exhaustiva a las consecuencias que tiene la mecánica cuántica para el misticismo y el pensamiento místico.
Recientemente Ken Wilbur ha editado un libro titulado Quantum Questions (“Cuestiones Cuánticas”) que trata el tema de la realidad física y las experiencias místicas en los escritos de Einsten, Heisenburg, Eddington, Schroedinger y varios otros físicos ganadores del Premio Nobel. Wilber señala que todos estos notables científicos produjeron una visión trascendental o mística del mundo. Si bien la física moderna no prueba que el misticismo es verdadero, sí elimina todo obstáculo teórico importante que pudiera impedir la posibilidad de una realidad espiritual. En efecto, el sólido universo material se ha disuelto en una serie de abstractas ecuaciones matemáticas. Lo que esto demuestra es que muchos físicos conciben el mundo material de la misma forma que el Curso: el mundo es ilusorio dado que la materia física no es ya entendible en términos de la conciencia sensorial. De algún modo estamos percibiendo algo que no está allí, y es sólo nuestra percepción la que le otorga realidad. La cuestión es entonces ¿cuál es la naturaleza del poder sustentador que yace detrás de toda forma?
El énfasis en el cambio de percepción que hace el Curso se aplica a todo en nuestras vidas, no simplemente al universo externo, y muy especialmente a nuestras relaciones – a la forma en la que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. A medida que cambiamos nuestra percepción, o más bien a medida que cambiamos nuestras actitudes del miedo al amor, de la culpa a la total aceptación, lo que vemos como un universo limitado también cambia.
Todo lo que es perecedero se ve como una ilusión, y todo lo que es eterno es verdadero conocimiento y proviene de Dios. El objetivo del Curso, entonces, es permitirnos cambiar nuestra percepción hasta el punto en el que Dios nos pueda llevar al mundo del conocimiento. Su propósito inmediato es ayudarnos a quitar los obstáculos que nos impidan estar concientes de la presencia de Dios en nuestra vida diaria, que es de lo único que trata el milagro. Cuando comenzamos a reconocer y aceptar la presencia del amor de Dios en nuestras vidas, muchas de las preguntas que nos planteamos simplemente desaparecen. No parecen ya ser relevantes porque son preguntas que hace el ego a partir de la percepción de un universo limitado.
NR: Otro concepto difícil de aceptar en el Curso es que cuando reconocemos las ilusiones por lo que son podemos evitar reírnos de ellas. Bueno, ciertamente para la mayoría de la gente las crisis emocionales como la muerte, el dolor, el hambre y demás son muy reales y nada cómicas. ¿Cómo se acepta esto?
WT: El Curso sugiere que nos olvidamos de reírnos cuando comenzamos a creer que las ilusiones eran reales. Quizá una manera de encontrar el camino de regreso a nuestra verdadera naturaleza es empezar a reírnos de la insensatez de muchas de nuestras creencias. Norman Cousins ya ha demostrado la importancia de la risa en el proceso de sanación.
Por ejemplo, si queremos ayudar a alguien, ya sea en la psicoterapia o en la vida diaria, no creo que debamos identificarnos con el problema. Lo que tenemos que hacer es identificarnos con la Respuesta. Dado que el problema constituye siempre alguna forma de miedo, culpa o separación, nuestra responsabilidad es identificarnos con la única respuesta que funciona. Al ofrecer el Amor de Dios en una forma que sea apropiada, estamos ofreciendo la única respuesta que es posible dentro de este mundo. Por supuesto esto no implica una falta de compasión, todo lo contrario, Si me identifico con el problema que tienen usted u otra persona simplemente significa que también yo voy a sufrir. Y cuando me uno a usted en el sufrimiento nadie gana – por el contrario ambos perdemos porque reforzamos el problema.
El curso dice que todos nuestros problemas surgen de la creencia de que estamos separados de Dios, y la única salida de esta situación es extender el milagro del amor, que es nuestra herencia natural.
NR: Algunas de las personas que empezaron a estudiar el Curso en un principio están decepcionadas por el hecho de que no se refiere en forma específica a algunos temas personales de suma importancia, como por ejemplo el sexo. ¿Por qué no lo hace?
WT: Como usted sabe, el Curso se concentra en el entrenamiento de la mente. El énfasis se pone en el desarrollo espiritual más que en reforzar nuestra identificación con el ego-cuerpo. Pero no hay nada en el Curso que prohíba el sexo. Lo que sí dice es que el cuerpo es un vehículo neutral para comunicar amor. Lo que creo que trata de subrayar el Curso es que la unión física nunca puede resolver el problema de nuestro sentido de separación de Dios. Sólo puede ser un sustituto para nuestra tentativa unión con Dios. Por eso es que, como objetivo de una relación, la gratificación física nunca es duradera y no une individuos en forma permanente. Y eso también puede decirse de muchos otros impulsos físicos y emocionales que tenemos que surgen del ego – cosas que hacemos para tratar de unirnos de forma permanente a otros, y que siempre terminan fracasando.
NR: Otro tema específico que el Curso no trata y que preocupa a todos los que lo estudian es el asesinato - el hecho de tratarlo como una ilusión o por medio del perdón.
WT: Quizá la dificultad proviene de percibir al otro sólo como un cuerpo. Creo que esa es la ecuación esencial ego-cuerpo, que es la fuente más importante de nuestra infelicidad, su verdadero núcleo.
Sin ninguna duda, el asesinato es un tema que provoca una respuesta muy emocional en todos nosotros. Pero la transformación interior que nos ocupa aquí está relacionada con nuestro propio cambio de percepción, con nuestra capacidad de reconocer que el miedo es el problema que todos tenemos. Ya sea que tome la forma de asesinato, ataque o pérdida, lo que queremos aprender es como enseñar amor de tal manera que el miedo no sea más parte de nuestra conciencia. A medida que cambiamos nuestra propia conciencia y nuestro propio conocimiento estamos ayudando a que todos los demás también lo hagan, y creo que es por medio de este proceso que contribuimos a crear una sociedad y un mundo más sensatos.
NR: Otro asunto importante en nuestra vida es la muerte, el morir. ¿Por qué el Curso no trata este tema para contribuir a nuestra paz mental?
WT: Creo que lo hace. El Curso afirma muy claramente que “Ya no habrá muerte. El Hijo de Dios es libre”. En un sentido, dado que fuimos creados eternos, literalmente nunca nacimos, por lo que nunca podemos morir. Es decir, en el marco de la eternidad siempre hemos existido como una extensión del Amor de Dios. Creo que la noción de almas recién acuñadas viniendo a este mundo material por unos pocos años y luego partiendo hacia el más allá no es la lección que el Curso enseñaría. El Curso afirma repetidas veces que permanecemos como Dios nos creó, permanecemos como aspectos eternos del espíritu y nunca hemos sido limitados por la forma. Cuando el cuerpo ya no está vivo y animado, simplemente significa que ya no nos es útil. Nuestro cuerpo no tiene nada que ver con el hecho de que estemos vivos o muertos porque nuestro cuerpo no es nuestra verdadera identidad.
NR: ¿Qué hay de los animales, entonces? Ya que el Curso tampoco los menciona, dónde encajan, al igual que los insectos o las plantas y los árboles?
WT: A menudo el Curso usa la frase “toda cosa viviente”. Una vez más, todo lo que tiene vida tiene vida eterna. Ya que toda vida proviene de Dios y es una e inseparable, sin duda la fuerza vital que anima a los animales y a las plantas es la misma que la fuerza vital que nos anima a los seres humanos. Y siempre me asombra lo que pueden enseñarnos los animales; cuán rápidamente nos perdona un perro al que le pisamos una pata. No nos guarda rencor sino que nos demuestra amor en el instante en que abrimos la puerta. Cualquier queja que podría albergar no perdura en la mente de un perro. Por eso creo que las mascotas son maravillosos maestros de perdón para todos nosotros. Son extensiones del Amor de Dios porque traen alegría y dimensiones adicionales de amor a nuestras vidas.
NR: ¿Qué sucede con el hecho de matar cierto tipo de animales y comerlos? ¿Cómo conciliar esto con la idea de abrazar la vida y tratar de no estar separado de ella?
WT: Mucha gente elije ser vegetariana por muy buenas razones. Cualquier cosa que aumente nuestro sentido de culpa no contribuye a nuestro propio beneficio. Creo, por lo tanto, que los estudiantes del Curso determinarán lo que es correcto para ellos prestando oídos a su guía interna.
Jesús nos enseñó a no preocuparnos tanto por lo que ponemos en nuestra boca sino por lo que permitimos que salga de ella. Así que no es lo que comemos, sino nuestros pensamientos y la forma en la que nos relacionamos con otros lo que da testimonio de nuestro progreso espiritual. Lo que es importante es la oportunidad que tenemos en cada momento de elegir entre expresar miedo y expresar amor en nuestras vidas.
NR: A partir de esta premisa, entonces, uno podría concluir que los cuerpos no son vida.
WT: El cuerpo es un vehículo para la comunicación y el aprendizaje – la fuente de vida es siempre espiritual.
El Curso nos enseña que siempre que tenemos dudas acerca de cualquiera de nuestras decisiones o elecciones de vida podemos pedir ayuda a nuestra guía interior o, como el Curso la llama, el Espíritu Santo.
NR: Con respecto a la propia guía interior, el Curso nos advierte respecto del riesgo de buscarla en el ego, ¿no es así? ¿Cómo distinguimos entre el ego y el Espíritu Santo? ¿Cómo sabemos quién es el que habla?
WT: Bueno, el Curso dice que el ego siempre habla primero y que se equivoca. Para poder oír a nuestra guía interior debemos aquietar nuestra mente, estar dispuestos a renunciar a cualquier preferencia respecto de la respuesta y escuchar a esa pequeña y tranquila voz en nuestro interior. El hecho de que nuestra guía interior nunca hable de forma estridente sino con una voz amorosa y tranquila es algo que podemos considerar como una señal de su autenticidad, y pienso que, con la práctica, todos nosotros hemos aprendido a diferenciarlas.
NR: ¿Cómo maneja usted este problema en lo personal?
WT: Si no me siento en paz, se que estoy escuchando la estática superficial que produce mi ego. Entonces vuelvo a elegir, y trato de obviar la interferencia para poder oír la suave voz de mi guía interior.
El Curso identifica la Voz con el Espíritu Santo. También dice que Jesús esta igualmente disponible para ayudarnos en cualquier momento. En este sentido, podemos considerar a Jesús nuestro hermano mayor. Su mensaje no es diferente del mensaje del Espíritu Santo, ya que todos los maestros de Dios transmiten el mismo mensaje.
NR: ¿No cree usted que referirse a Jesús y al Espíritu Santo de esta forma no convencional, así como hacer referencia a otras ideas “nuevas” con respecto al Cristianismo puede ser contradictorio para los cristianos tradicionales?
WT: Bueno, creo que si uno se remonta a las enseñanzas de Jesús como eran en su origen la respuesta es no. Por ejemplo, el Curso aclara y amplifica las enseñanzas de Jesús respecto de la importancia fundamental del amor y el perdón. Creo que quizá la religión institucionalizada ha perdido muchas veces de vista la esencia de ese mensaje al hacer hincapié en la culpa.
NR: ¿Entonces usted no cree que el Curso cuestione el cristianismo o alguna de las religiones actuales?
WT: Creo que el Curso está decididamente de acuerdo con la filosofía perenne que subyace a todas las grandes religiones. Hay, sin embargo, algunas diferencias fundamentales, como el énfasis que el Curso pone en renunciar a la creencia de que la culpa y el pecado son reales. La religión, según la experimenté cuando era joven, parecía hacer hincapié en estos aspectos negativos.
El Curso, no obstante, continuamente nos dice que estamos libres de culpa, que seguimos siendo como Dios nos creo, que podemos errar, pero que los errores requieren corrección y no castigo. Conceptos como la culpa, el pecado y el castigo son totalmente ajenos a la orientación del Curso. El Curso afirma inequívocamente que el amor es nuestra única realidad y que “el Amor no mata para salvar”.
Cualquier religión que haga hincapié en el miedo, la culpa y la separación de Dios obviamente contradice la idea de total unidad y amor del Curso. Sin embargo, el Curso no habla de la religión institucionalizada, y no le aconseja a nadie que renuncie a ser miembro de una iglesia. De hecho, creo que el material del Curso podría ayudar mucho a las personas que quieren desarrollar una vida espiritual más rica dentro de sus propias tradiciones; es ecuménico.
Sé que existen pastores, George McLaird de la iglesia Presbiteriana de Sausalito, California, es uno de ellos, que enseñan el Curso en forma regular en sus iglesias. Y mucha gente en todo el país asociada a la Iglesia de la Unidad también se involucra activamente con las enseñanzas del Curso. Es el caso del Rev. Terry Cole-Whittaker, que tiene un ministerio televisivo de gran difusión.
NR: Usted dice que el Curso es ecuménico, pero sin embargo es decididamente cristiano en su esencia, dado que usa el modelo cristiano del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
WT: Es verdad. El Curso usa terminología cristiana pero a la vez expresa verdades espirituales universales, lo que explica quizá que gente de todos los credos puedan encontrarlo valioso. Creo que el Curso lo expresa muy bien cuando dice: “Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria”.
Poco tiempo después de empezar a transcribir el material, comencé a leer mucha de la literatura mística del mundo. Uno de los primeros autores que me produjo una profunda impresión fue Vivekananda, en su exposición sobre la filosofía Vedanta de la India. Fue discípulo de Ramakrishna, quién en las postrimerías del siglo XIX y a principios de este siglo fundó un numero de ashrams Ramakrishna y centros de enseñanza en este país. Asombrosamente, la filosofía advaita vedanta tal como la explica Vivekananda parece tener muchos puntos en común con las enseñanzas del Curso, aunque el contexto y el lenguaje sean diferentes. En ese momento recuerdo haber pensado que el Curso podía concebirse como una forma de vedanta cristiano.
Los estudiantes de budismo me dicen que las semejanzas entre el Curso y las enseñanzas budistas son notables. Es también un hecho interesante que muchas de las personas asociadas al Curso son de origen judío, y éste les ha parecido extraordinariamente significativo y de gran ayuda a pesar de la terminología cristiana.
Así pues, me ha impresionado lo ecuménico que puede ser el Curso, y el hecho de que su propósito no sea aumentar nuestra sensación de separación sino unir a la gente. Y lo veo suceder en todas partes con cientos de grupos de estudio que están compuestos de gente de todas las profesiones y religiones que se reúnen regularmente a estudiar y hablar del Curso. Para mí esto demuestra una confluencia espiritual y la voluntad de renunciar a una idea de separación de los demás y de Dios. De eso es de lo que realmente se trata el Curso.
Las experiencias que podemos obtener de seguir las enseñanzas del Curso son mucho más importantes que la posibilidad de caer en trampas semánticas sobre el uso específico de un término. Por lo tanto estoy a favor del uso más amplio y ecuménico de las ideas del Curso en diversos contextos. Sé que es lo que la gente está haciendo, y lo aplaudo.
NR: ¿Qué hay del uso exclusivo de términos masculinos en el Curso, tales como Padre e Hijo, o Él? ¿Qué piensan al respecto las estudiantes mujeres?
WT: Sé que a algunas mujeres les ha inquietado el empleo de términos masculinos y han pensado en sustituirlos por términos femeninos. Muchas de las que han pensado en la posibilidad de cambiar han llegado a la conclusión de que Madre, Hija o Ella sólo crearían una nueva polaridad. Otras han descubierto que usar el término “Espíritu” – una palabra totalmente neutral y andrógina – les resuelve el problema.
NR: ¿Cómo han reaccionado a todo este tema sus viejos amigos y colegas? ¿Se han mostrado receptivos, comprensivos, desentendidos, preocupados?
WT: No he estado en contacto con muchos de ellos, aunque los pocos a los que he visto se muestran bien dispuestos con respecto a todo el material. No tengo idea de cuál sería la reacción generalizada entre mis antiguos colegas, ni he tratado de averiguarla.
Sin embargo, estoy seguro de que en esa época la mayoría habría considerado que Helen y yo estábamos locos si hubieran sabido lo que estábamos haciendo. Tenga en cuenta, no obstante, que todo comenzó en 1965 y ahora estamos en 1984, cuando creo que hay mucha más receptividad a las ideas espirituales que la que había hace diecinueve años. Así que quizá no es justo especular ahora sobre este tema.
NR: A su vez, usted y Helen no se lo mostraron a nadie en ese momento, lo mantuvieron oculto y también mantuvieron lo que hacían totalmente en secreto.
WT: Sí, y sin duda no se lo hubiera mostrado a mis colegas. Hacerlo no hubiera sido sensato. Mi misión tal como yo la concebía era aprender yo mismo del material y no mezclar mis responsabilidades en el Centro Médico con nuestra trascripción del Curso.
Pero como dije, ahora vivimos otro momento, mucho más luminoso.
NR: ¿Qué piensa ahora acerca de todo esto, del hecho de que fue usted una parte integral y especial de Un Curso de Milagros, al que alguna gente prominente se ha referido como el documento más importante del siglo?
WT: Francamente, Helen y yo no teníamos intención de publicar el Curso cuando lo estábamos transcribiendo. Muy por el contrario. El material parecía estar destinado específicamente a nuestra educación espiritual. Lo considerábamos nuestro “secreto vergonzoso”, algo que estábamos entregados a hacer, pero en esos días no había ningún indicio de que debíamos compartirlo con otros.
Cuando finalmente aceptamos que se publicara en forma anónima pensé que muy pocas personas estarían interesadas en cambiar su percepción aplicando los métodos que el Curso proponía – me parecía que era muy difícil. Sin duda nunca esperé que viviría para ver que miles de personas vieran el Curso como un mapa para volver a su hogar.
Agradezco el hecho de que Helen y yo pudiéramos cumplir con nuestra parte para que el Curso estuviera disponible para todos, y estoy igualmente agradecido al gran número de estudiantes que hoy están haciendo sus propias contribuciones de muchas maneras. Con varias traducciones en curso, parece que estas ideas van a seguir llegando a un n&uacutuacute;mero cada vez mayor de lectores.
Es maravilloso saber que tanta gente a nivel mundial está usando el Curso para ayudar a su propio despertar espiritual. Creo que el Curso expresa lo que está sucediendo con poética claridad en el siguiente pasaje: “La mente que duerme no puede sino despertar, según ve su propia perfección reflejando al señor de la Vida tan perfectamente que se funde con lo que allí se ve reflejado. Y ahora ya no es un simple reflejo, sino que se convierte en aquello que refleja y en la luz que hace que el reflejo sea posible. La visión deja ahora de ser necesaria. Pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.”
NR: ¿Cuáles son sus planes de ahora en adelante?
WT: En este momento estoy trabajando en un libro con Jerry Jampolsky, un psiquiatra, y Pat Hopkins, una escritora y editora, basado en ideas relacionadas con el Curso. El libro será publicado por Bantam en algún momento del año que viene. Acabo de completar un capítulo con Roger Walsh, otro psiquiatra, para The Comprehensive Textbook of Psychiatry, editado por Freedman y Kaplan, que puede que también se publique a principios de 1985. Mis objetivos inmediatos son seguir explorando distintas forma de aplicar las ideas del Curso a mi vida y difundirlas para ayudar a otros.
New Realities Magazine