Feminidad VS feminismo

Cuando una mujer conoce bien cuál es su lugar, no necesita un hombre que se lo dé; sin embargo, habrá uno a su lado que lo reconozca. La filósofa y dramaturga Mary Shelley hace dos siglos ya decía: “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”. El hombre no es verdugo de una mujer que no se valora a sí misma. Ese hombre es su lacayo, está a su merced, a su entera disposición cumpliendo todos y cada uno de sus deseos más inconscientes. 

Ignorantes de la fortaleza que se halla en un ego humilde, se asocia erróneamente la mansedumbre con el sometimiento. Por ello son las propias mujeres las que niegan su naturaleza femenina, pasando por alto que la receptividad es todo un valor que denota una capacidad intrínseca de dar. Por otra parte, la malagueña María Zambrano afirmaba que “todo extremismo destruye lo que afirma”. Por esta razón la actitud reactiva feminista es contradictoria en sí misma. No es más que un intento de igualarse al hombre, negando cualquier virtud de la mujer, tratando paradójicamente de “defender los derechos de la mujer”. Es innegable que mujeres y hombres somos diferentes en muchos aspectos, pero esto no habría de verse como una limitación sino como una gran oportunidad de desarrollo y aprendizaje.

Alma Sanz





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